Nada se pierde, todo se transforma
La miltefosina es una droga neoplásica que puede curar las lesiones producidas por el parásito Leishmania. Aplicada en forma de gel tópico, es un tratamiento indoloro que evita las cicatrices deformantes de la piel que causan exclusión social.
La leishmaniasis es una enfermedad tropical desatendida, causada por el parásito Leishmania que es transmitido por insectos que se alimentan de la sangre de animales infectados. La leishmaniasis cutánea (LC) es la forma más común y produce lesiones en la piel que se ulceran y pueden dejar cicatrices deformantes.
No existen en la actualidad remedios indoloros y 100% seguros para atacar a esta enfermedad. El tratamiento clásico utiliza fármacos inyectables que pueden producir mucho dolor y/o toxicidad, por lo que es a veces necesario que el paciente sea hospitalizado ya que la supervisión es obligatoria porque los medicamentos son muy tóxicos.
Esto obliga al paciente a mudarse a una ciudad que posea un hospital, impidiendo que la persona trabaje y produciendo costos extras en transporte, alimentación y hospedaje para el paciente y, con frecuencia, el abandono del tratamiento. Por esto es muy necesario el desarrollo de un producto más práctico que permita curar completamente las lesiones de la piel causadas por el parásito y que pueda ser administrado por los mismos pacientes en su casa.
En este sentido trabaja el equipo liderado por la Dra. Dolores Carrer. Ella nos explica: “Nosotros diseñamos varias fórmulas conteniendo diferentes cantidades de miltefosina, que es una droga ya utilizada en pacientes con cáncer, y de diferentes emulsionantes, para estudiar su efecto sobre las úlceras de ratones con leishmaniasis cutánea. El resultado fue extremadamente bueno para dos de las preparaciones, por lo que es muy prometedor para su uso en pacientes humanos en el futuro”.
La investigadora agrega que las lesiones de la LC provocan mucha angustia psicosocial ya que las heridas están en lugares visibles del cuerpo, dando un mal aspecto y con el peligro de que se infecten con hongos o bacterias, alargando el período de cura que es de uno a seis meses. “Mientras más tarde en curarse la herida, más fea es la cicatriz que queda”, comenta Carrer.
Este trabajo, recientemente publicado, ha requerido cinco años de labor y la colaboración de tres grupos argentinos que trabajan en el Instituto Ferreyra (INIMEC-CONICET-UNC), en el Departamento de Ciencias Farmacéuticas, ambos de la Universidad Nacional de Córdoba; y en el Instituto de Patología Experimental de la Universidad Nacional de Salta.
Fuentes: https://link.springer.com/article/10.1007%2Fs13346-021-00896-8
http://www.institutoferreyra.org/ver-mas-carrer/
Créditos de la imagen: Parasitology Journal